lunes, 30 de abril de 2012

En nada

Hoy ha vuelto un poco de oscuridad, un poco de pesadumbre en la sonrisa, un poco de voz quebrada y como no, la desconfianza. Ha vuelto ese horrible miedo, las preguntas comenzadas con: "pero ¿y si...?" y las respuestas comenzadas con: "mejor no..."

No lo intentes, ni siquiera te lo plantees. Mi miedo es muy oscuro, te comerá trocito a trocito a ti también. Sera desagradable aunque yo sonría, pero no te fíes, mi masoquismo llega a limites que ni la mente mas maravillosa entendería. Mi complicación, demasiado dura. Mis ojos demasiado fríos.

Algún día me preguntaron ¿Crees en ti? y yo mire hacia abajo, pensé y asentí. Solo era mi forma de decir "No, ni en mi ni en nada". ¿Por que mentí? La gente se aleja de lo malo, de lo complicado así que es mejor mentir.


sábado, 7 de abril de 2012

Locura

Mi locura ha llegado hacia el total infierno. Las llamas en mi piel, las quemaduras no hacen tanto daño. Locura. Sangre. Rajar mis labios, sin ternura, sin suavidad, como tus golpes. Como los míos en mi. Locura. Derretir el punto negro de mi visión, borrarme los recuerdos. Firmaría para arder. Las roturas que me hago no son tan horribles como la rotura de mi mente. Partida en dos y siempre hago caso a la peor.
¿Confiar? ¿Creer? No, ni en mi, ni en nada. Mentira. Creo en mi desastre, en la lluvia, en la noche, en mi mundo extraño, en las heridas, confió en que nunca confiare. Ahora ya no.


martes, 3 de abril de 2012

Como cuando no estas, como cuando te vas


Como robar la propina de aquel bar
Un camarero sin bandeja y una puta sin boca
Como robar los corazones de un trió de rosas
Un hombre sin orgullo y tres muñecas rotas
Así, yo, porque tus pupilas ya no están

Cleptómana de tus labios amargos
Vacía sin mi objeto para conseguir mi sustento
Ruin cuando miento para que bebas mis vientos
Patética cuando te nombro para mis adentros
Así, yo, cuando te vas sin conciencia de cargos

Que me echaste de tus sueños por querer robarte las noches
Te invite a una copa de champagne en tu portal
y de camino a nuestro bar recorrí tus calles
Y después de cuatro cervezas me enamoraste
Quitándome el vestido, con tu calor voraz
No quise que fuera un recuerdo y me invitaste a marchar
Así, me echaste de tus sueños por querer robarte las noches

Como una botella de ron rota en la cabeza de una niña
Un cura ateo y un cantautor sin voz
Como un teatro antiguo sin nadie que levante el telón
Un invierno en verano y un tango sin son
Así, yo, porque te olvidaste de mi sonrisa

Dolor por los cristales de mis recuerdos
Sin fe en lo que soy, porque nunca pude serlo
Viviendo en el portal del desamparo por creerlo
Mojada en un vaso de ron por no querer reconocerlo
Así, yo, por no poder olvidarte y sin embargo quererlo

Que me echaste de tus sueños por querer robarte las noches
Te invite a una copa de champagne en tu portal
y de camino a nuestro bar recorri tus calles
Y despues de cuatro cervezas me enamoraste
Quitandome el vestido, con tu calor voraz
No quise que fuera un recuerdo y me invitaste a marchar
Asi, me echaste de tus sueños por querer robarte las noches

Y por si aun sigues interesado
haríamos un trueque, te pagaría las noches que te robé
y, dejaría doscientas de propina en tu mesita de abogado
y así, me invitas a un café
Prometo ser señorita equilibrada, esta vez
no violare tus labios sin consentimiento ante notario
pero no me pidas que me marche al amanecer






lunes, 2 de abril de 2012

Nuestras llaves

Dijeron que tenía la cara más bonita del mundo, que sus ojos centelleaban alegría e ilusión como si todo con ella fuera universo, que poseía la mente con más capacidad para hacer del miedo su aliado y el ama con más capacidad para ver rocío en los cristales. Creció con murciélagos alrededor, con cuervos picoteando sus sueños, con arañas recorriendo su cuerpo.
 Fiel a su nombramiento, a lo que se esperaba de una niña que debía ser princesa; intento volar con los murciélagos, hacer sus sueños cada vez más pequeños e ir quemando la piel de su cuerpo. Haciendo de ello su secreto, su tabú. Cosió con alfileres sus labios, sin ningún tipo de cuidado, sin ningún tipo de anestesia. No corto la hemorragia, solo era un poco más de sangre, y una herida más, que taparía con la que decían era la sonrisa que podía hacer rey feliz a cualquiera.
Sus noches cada vez se hicieron más largas, gracias al insomnio que se convirtió en su compañero de cama; mientras su almohada se convirtió de blanca a negra, color propio de su maquillaje de pestañas. En sus parpados se poso una luna gris, y sus labios no producían esa curva tan bonita de antaño.
 Sus reyes chillaban, el mundo no debería de verla así. Si su voz se volvía quebrada, si sus ojos ahora veían el infierno, si su mente ahora solo era miedo, si su alma estaba rota por los cristales.. todo era indiferente; Una princesa de esa casa debía de guardarlo en la cajita de su habitación. Abrirla a solas; sin molestar a nadie, en el silencio de las voces de su mente. Y cuando hubiera miradas en ella cerrar de un golpe la cajita, maquillar el rostro y dar siempre los buenos días.
Algo falló, ella quebró. El infierno la quemo. Los hombres que la alababan solamente pretendían que ardiera en sus sabanas; a cuenta de ella quedaba el fuego de su alma. Los murciélagos invadieron su cabeza, de una forma tan inmensa que ni un solo espacio quedo libre de oscuridad y de chillidos. Los cuervos entraron en su alma haciendo de ella un lugar hostil, frió, y sin el menor amor por lo poco que quedaba de ella misma. Las arañas, convertidas en sus manos, hicieron su cuerpo cada vez mas diminuto, más frágil. Su almohada negra contagio las sabanas, y, de ahí, su refugio. Nadie se atrevía a entrar en ella, todos daban por perdido encontrar algo de luz en ella.
Con el miedo de su mente creó una llave fría como su alma; y negra como sus sabanas. Dio quinientas vueltas en la cerradura.Tantas como, en el fondo, gritaba que alguien la abriera;  pero solo como quién pudo recoger la espada de Excalibur.
Miles de impostores intentaron atravesar la puerta, llevados por el recuerdo de lo que había sido precioso. Y llevados por el único deseo de llevar ese supuesto tesoro una noche a la hoguera de sus cuerpos y,  devolverla cuando su mente llorara. Nadie pretendía más que poseer eso que decían ser la cara mas bonita del mundo; por una noche, por un sonido de placer. Algunos derribaron la puerta  haciendo eco de su fuerza bruta, y disfrutaron, en la oscuridad de las noches, de la envoltura que quedaba de lo poco de esa alma. Pero siempre llegaba el despertar y como no, la huida.
 Ella se envolvió en las olas negras de su océano, un mar más salado que aquel que llamaban Muerto. Se cosió de nuevo las heridas, de nuevo sin anestesia. Así pintaría de rojo aquel hogar tan negro, algo de color siempre era bienvenido - le habían dicho quienes se ocupaban antes del carmín de sus labios-. Pero esta vez no era carmín, el carmín lo había dejado en los labios de algún indeseado. Volvió a forjar una nueva llave más gélida y,  una nueva puerta más dura que la derribada. Se acostó esperando la luz que los cuentos le habían contando que venia desde el cielo.
 Y en un atardecer, cuando ya todo oscurecía, escucho un sollozo. El primer sollozo que no venía de su respiración. Cada vez más cerca, justo al lado de su puerta. Pero nadie entraba. Se encontró entre la punta de su espada y el precipicio de su miedo; entre quedarse en su cárcel, para que nadie le hiciera más heridas, o entreabrir un poco la puerta y descubrir quién pedía ayuda. Quién pedía ayuda en el idioma que ella conocía. Y la abrió y, en ese momento, una puerta, delante de ella, se abría también.
 Un hombre como ella; cansado, perturbado de recuerdos, lleno de oscuridad y de oleaje; con un gesto de pavor abriendo su respectiva puerta - forjada de hielo y de cristales- . Y así se quedaron incontables segundos, quietos, pero sin retroceder a sus adentros. Y al final,  dos medias sonrisas se dibujaron en sus rostros, que dejaban ver algo parecido a lo que habían sido. Decidieron, con las miradas, dar pasos pequeños, seguros, con confianza, sin miedo.
Se encontraron luego frente a frente y, los dos, se dijeron sinceramente: "buenos días"